Altas horas de la noche y yo sin poder dormir. Estoy tan lejos de quien hace que mi corazón lata que siento morir. Me he tenido que alejar tanto de su aroma que ya no llega riego a mi cabeza, ya no piensa de manera cotidiana; es todo menos cuerdo y menos loco de lo habitual. Volteo la almohada, buscando el lado fresquito de la cama. Miro el reloj y marca las 03:30.
Y ahora que no está, mi locura se vuelve mayor: sólo quiero dormir en sus brazos. Ya me he acostumbrados a ellos que no puedo conciliar el sueño sin que me abrace y sienta su aliento en mi nuca.
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